sábado, 15 de agosto de 2015

Crónica de un peregrino.

Otro año más  había quedado en la plaza del pueblo a las ocho, para llegar a las ocho y media. Como siempre, allí encontré a los más impacientes, preparando con cariño las flores del Estandarte, los bocadillos y refrescos y los últimos detalles antes de cerrar las mochilas.

La romería empieza, y la mayoría de peregrinos y los jinetes esperaban en "El puerto" a que llegara la comitiva procedente de la plaza Miguel Vizcaíno. Comenzamos a caminar todos juntos, hablando de las cosas cotidianas, la familia, los problemas; y hasta de la actualidad, mientras el sol ya caía.



Se respira alegría en todo el recorrido, no se si por el cielo estrellado  que nos alumbra en la noche, o por la luz de la mirada que desprenden cada uno de los peregrinos que como yo caminan detrás de un Estandarte celeste que nos marca el camino.

Se hace camino al andar y también amigos, compañeros de emociones, de fe y de alegría por ver a nuestra madre. Compañeros con quien se comparte una noche mágica, llena de sentimientos.

Peregrinos que rezan cantando, que van a caballo, que dicen llorando el amor que en esta noche se siente. Amor a la Virgen, el cariño de los tuyos, el de alguien que no pudo estar; el de aquellos que se fueron. El amor que todos le tenemos a la Madre de Consolación; ese que motiva a  todas estas gentes, venidas de lugares dispares, a hacer un camino juntos acompañando un Estandarte con la imagen de su Patrona.

Al llegar a la primera parada, los peregrinos fueron tomando fuerza con la cerveza, los bocadillos y los refrescos, y a su vez las ganas de llegar a la Ermita iban en aumento. Seguidamente las gargantas empezaban a cantar con sentimiento y junto al Estandarte, se escuchaban letras que salían desde el alma.

Se hace así agradable el trayecto que separa las dos paradas previas a la llegada al Santuario  por encontrarte con gente que hace justo un año que no veías, por compartir una letra de canción, un vaso de ponche, algún chiste y una experiencia que no olvidarás mientras vivas.

No tardamos en llegar a la segunda parada, con el Santuario a la vista, por lo que el tiempo de descanso se redujo, ya que cada vez la Señora estaba más cerca.
Una vez pasada la emoción de la llegada del Sagrado Estandarte a Tices y su gloriosa entrada en el Templo, se dio paso a las ofrendas. Ofrendas de flores de las hermandades y asociaciones, y después las de personas individuales que cumplen así sus promesas.

Pasada la medianoche, se dio paso a la Noche de Oración, que culminaría con el tradicional Rosario de la Aurora, que procesiona hasta “La Fuente Martín”, y con la Misa de Alba.
Pasé así una gran noche, muy intensa, llena de emoción, fe, amor y esperanza.


¡VIVA LA VIRGEN DE CONSOLACIÓN DE TICES!


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